En la actualidad se conoce que existen varios tipos de inteligencia, de las cuales quizás una de las más importantes es la Inteligencia Emocional. El psicólogo Daniel Goleman (conocido como el padre de la inteligencia emocional) en sus estudios indica que al menos un 80% del éxito en la edad adulta proviene de la IE.
La Inteligencia Emocional es la capacidad que tienen las personas para identificar, comprender y manejar sus emociones de modo sano y desarrollador, e identificar, comprender e influir en la de los demás.
Expresar lo que se siente de forma respetuosa y entender lo que sienten las demás personas desde una posición empática puede considerarse un arte, pero se logra al tener una alta inteligencia emocional, por lo cual sus beneficios son múltiples: Promueve el bienestar individual, minimiza los efectos del estrés al saber manejarlo, ayuda a superar obstáculos y quizás uno de los beneficios más necesarios en la actualidad al convivir en ambientes diversos y donde se fomenta la inclusión es mejorar las relaciones interpersonales al facilitar vínculos saludables con los demás, favoreciendo su competencia de adaptación, flexibilidad y relacionamiento.
La IE comprende tanto la inteligencia intrapersonal como la inteligencia interpersonal, y justamente son sus 5 componentes donde hallaremos las claves para aplicarla sobre todo en la vida laboral:
Inteligencia Intrapersonal:
- Autoconocimiento o autoconciencia: Conocernos a nosotros mismos siempre será el primer paso para saber qué y cómo accionar.
Se pueden utilizar las variables internas del FODA para conocer nuestras fortalezas y debilidades, pero como estamos hablando de inteligencia emocional es fundamental conocer cómo se manifiestan nuestras emociones cuando nos enfrentamos a diversas situaciones, por lo cual se puede trabajar en un: “Diario de emociones”, dentro del cual se realiza un cuadro sencillo donde se plasmen las situaciones a lo largo del día (pueden ser las situaciones que nos han disparado emociones intensas), los pensamientos que surgen por eso, las emociones que eso nos hace sentir y que reacciones tuvimos.
Una vez realizado esto, se puede gestionar el segundo componente.
- Autocontrol: Una vez que ya identificamos las situaciones, se debe gestionar un plan de acción donde relativicemos y cuestionemos los pensamientos para manejar las emociones que inducen a esas reacciones a corto plazo, con la finalidad de mejorar nuestros comportamientos futuros y empezar a ser más flexible y adaptable a los acontecimientos sobre todo los inesperados.
Observemos un ejemplo de un diario de emociones aplicando el autoconocimiento y autocontrol en una situación laboral:
- Automotivación: Normalmente cuando algo es de nuestro agrado y mucho más si nos apasiona solemos tener buen ánimo, sin embargo, aun cuando algo de lo que estamos haciendo no nos guste, es importante mantener una buena predisposición para encarar el trabajo diario, la motivación va de la mano con la disciplina, aquí la clave es recordar que quizás esa tarea o responsabilidad asignada que no me gusta tanto puede llevarme a adquirir más experiencia y por ende continuar al siguiente nivel para realizarme como profesional.
Hay una frase que se le atribuye a Leon Tolstoi: “El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace”.
Ahora, es importante considerar que si estoy laborando en algo que no me gusta para nada y no disfruto ninguna actividad entonces también debería generar un plan de acción para ver cómo puedo cambiar la situación de forma total o parcial incluyendo y/o aprendiendo tareas que aprecie.
Las dos últimas claves forman parte de la Inteligencia Interpersonal:
- Empatía: Se habla y escribe mucho acerca de esta competencia como ponerse en el lugar de otro ser vivo, sin embargo, no sólo es importante esto, sino también intentar comprender desde su perspectiva cómo se siente.
En el trabajo antes de actuar, visualicemos cómo nuestros comentarios o reacciones pueden afectar a mis compañeros y/o colegas en mi entorno laboral; esto no quiere decir que no puedo realizar críticas, siempre que se expresen de forma constructiva y con predisposición para ayudar. Lo ideal sería que aportemos con soluciones y colaboremos de forma activa en esa solución.
- Habilidades sociales: Establecer vínculos y construir relaciones de confianza con el resto de los colaboradores y/o colegas beneficia nuestro bienestar profesional y hasta personal. La base que creamos de empatía y de respeto (que se acentúa en el autocontrol) es la clave primordial en este punto, junto con el reconocimiento de que existen diferentes tipos de personalidades interactuando laboralmente con nosotros.
Hay que recordar que a veces pasamos más tiempo en el trabajo que en el hogar, entonces gestionar buenas relaciones sociales laborales tiene un efecto positivo.
Existen muchas otras formas de desarrollar la inteligencia emocional, estas son sólo unos ejemplos que podrían ser de utilidad en un inicio. Mientras más continuemos trabajando en incrementarla obtendremos resultados transformacionales en nuestra vida profesional, familiar y personal.
Fuente: Carolina Torres